A veces se dan casos en la vida dónde te encuentras con cosas que nunca habrías imaginado. Esta semana te voy a hablar de uno de esos momentos What the f*** que me dejó completamente ojiplático.
Hace unas semanas recibí varios shamisen de Japón. Normalmente, cuando se presentan oportunidades de conseguir un tres cuerdas, suelo aprovecharlas, ya que es difícil encontrar instrumentos en buenas condiciones.
Hoy te hablaré de uno de ellos. En las fotos que vi parecía un shamisen nagauta del montón, con madera de rosewood y bien conservado. Le faltaban los itomakis y necesitaba un cambio de piel urgente, pero eso no suponía un problema para volver a disfrutar de su sonido con una puesta a punto.
Abrí la caja donde se encontraba el shamisen y lo primero que quise comprobar fue el estado del Dou y el tipo de piel que traía de fábrica. El dou suele ser la parte del instrumento que más sufre. Con el paso del tiempo las cuatro piezas se despegan y, normalmente, hay que volverlo a encolar y ajustar las partes. Para mí sorpresa, me lo encontré en perfectas condiciones, con todas las caras en muy buen estado, aunque la piel que traia de fábrica (una especie de papel plastificado) también estaba rota.
Pero algo no era normal. La sensación de ese dou en mis manos era muy extraña y única…
Observé el interior y vi que dentro habían escrito una fecha: 52.9.27
Quizás, lo lógico hubiera sido pensar que era la fecha de fabricación y que correspondía al año 1952, pero claro, estaba muy bien conservado para ser tan viejo y había que tener en cuenta que era un producto de Japón, por lo tanto, esa fecha debería corresponder al año japonés equivalente. Es decir, 27 de septiembre del año 52 de la era Shôwa, o lo que es lo mismo, 1977.
Hasta aquí todo normal. Sí, es un shamisen con casi 50 años a sus espaldas, pero había algo más que no acababa de entender… ¿Por qué esa forma tan peculiar de la junta del mástil con la caja? ¿Por qué las paredes del interior de la del dou eran de color blanco?
¿Ya has atado cabos o todavía no lo has descubierto? Hasta donde yo sé no existe ninguna madera blanca, entonces… ¿de qué material estamos hablando? ¿Marfil? imposible, el peso de las piezas no se correspondía con el oro blanco, así que sólo quedaba una opción…
Efectivamente, ¡estaba hecho de plástico! o lo que es lo mismo ¡Es un juguete de un shamisen nagauta a escala 1/1 de 1977!
En el momento que até cabos, fuí en busca del mástil del instrumento y entonces lo confirmé todo. Las juntas del sao divisible eran cilíndricas, algo imposible de hacer con madera. Las piezas carecían de ningun tipo de veta, y aunque los restos de suciedad me hicieron dudar, cuando los limpié, me di cuenta que se habían fabricado con resina de plástico o similar. De hecho, todavía se pueden ver una especie de degradados que recuerdan a los shamisen de gama alta.
Me sorprendió la fidelidad en la construcción del tenjin, el molde era simplemente perfecto para ser de 1977. Una auténtica maravilla de la juguetería japonesa de la época. En los agujeros de los itomakis se apreciaban las marcas horizontales del molde en el que había sido inyectado. Una lástima no haber visto los itomakis que venían de serie…
La curiosidad me mataba por dentro. ¿Cómo sonaría este shamisen?
Esta semana pasada le he cambiado la piel de ambos lados, le he puesto un set de itomakis nuevos, lo he encordado con hilos de seda y aquí tienes el resultado:
¿Qué te parece? Lo cierto es que estoy sorprendido. La calidad del sonido es bastante buena a pesar de su construcción en plástico. Si le aprieto un poco y toco muy fuerte se notan las limitaciones del material, pero sin duda debió ser un regalo increíble para los niños (y no tan niños) de la época.
Obviamente, la piel que he utilizado ayuda mucho a mejorar el sonido y esa será la próxima novedad que verás por la web.
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¡Nos leemos en quince días!